¿Nos estamos olvidando que el voto es un derecho? (por Miguel Pavlovsky)
“¡Es obligatorio, basta de obligarnos a ir a votar, viva la libertad!”, dice un joven desde la pantalla de uno de los canales que cubren lo que supuestamente está pasando hoy. Pero el mayor problema no residió allí, sino que en esa oportunidad nadie de ese medio de comunicación se encargó en aclarar que el voto es un derecho.
Esa anécdota, aparte del remozado debate traído de los pelos por los libertarios sobre qué significado le damos al concepto de «libertad», debe hacernos repensar el grado de desgaste social en que se encuentran considerados todos los derechos en general. Además, en cómo nos representamos los derechos que están respaldados por leyes y si somos realmente conscientes de valorarlos e incluso a luchar justamente por ellos si fuese necesario.
Tal es así que en distintos lugares y épocas costó enormemente su recuperación. No olvidemos nunca que durante la última dictadura, desde el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 y hasta las elecciones que se realizaron el 30 de octubre de 1983, no se votó en la Argentina.
No es por lo tanto un antojo el pedir que se actúe mucho más desde los ámbitos oficiales e institucionales para insistir que ante todo el voto es un derecho, aunque también tenga esa doble condición de obligatorio.
Experiencias concretas
En el Hospital Nacional en Red “Lic. Laura Bonaparte” ubicado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el pasado jueves 27 de julio, se llevó a cabo un taller sobre el Derecho al Voto en coordinación con la Dirección Nacional Electoral. La capacitación estuvo destinada tanto a trabajadores de la institución como a pacientes.
🗳️Hoy, en el Hospital Bonaparte se llevó a cabo un taller sobre el Derecho al Voto en coordinación con la Dirección Nacional Electoral. La capacitación estuvo destinada tanto a trabajadores de la institución como a pacientes.
— Hospital Nacional en Red Lic. Laura Bonaparte (@HospBonaparte) July 27, 2023
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La iniciativa se fundamentó en que todas las personas que se encuentran en establecimientos de salud mental o discapacidad tienen derecho a votar a las autoridades que van a representarlas. Es un derecho que está establecido en la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, la Ley Nacional de Salud Mental N° 26.657 y la Ley de Democratización de la Representación Política, la Transparencia y la Equidad Electoral N° 26.571.
Desde la institución se celebró a estos espacios “que alientan a la participación ciudadana, y que abogan por el respeto a los derechos humanos de todas las personas”.
Es un derecho unido a otros derechos humanos
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), considera que “el derecho a participar en la dirección de los asuntos públicos, que incluye el derecho a votar y a ser elegido, forma parte del núcleo mismo de los gobiernos democráticos que se fundamentan en la voluntad popular. Las elecciones auténticas son componentes necesarios y fundamentales de un contexto que proteja y promueva los derechos humanos”.
“El derecho a votar y a ser elegido en elecciones genuinas y periódicas está inextricablemente unido a otros derechos humanos, cuyo disfrute es decisivo para todo proceso electoral auténtico. Entre esos derechos habilitantes figuran: el derecho a vivir libre de discriminación; el derecho a la libertad de expresión y opinión; el derecho a la libertad de asociación y reunión pacífica; y el derecho a la libertad de movimiento”, remarca el ACNUDH.

Siendo consecuente con lo argumentado, no viene mal repasar qué significa votar en Argentina y las características constitucionales que posee porque además de ser un deber (el votar no es solo obligatorio), es un derecho.
No nos olvidemos nunca que votar es ejercer el derecho político a elegir las autoridades que van a representarnos ocupando los distintos cargos públicos del país.
Además, el voto es universal, igual y secreto. Universal porque es un derecho que le corresponde a todos los argentinos y argentinas mayores de 16 años independientemente de su raza, sexo, creencias o condición social. Igual, porque el valor que tiene un voto es el mismo para todos los ciudadanos y ciudadanas, es decir: una persona, un voto. Y por último, es secreto, para que nadie pueda influir en el mismo.
En definitiva, ante el voto, no nos deberíamos sentir obligados sino alegres de poder ejercerlo.