Alba Rueda: «La política pública es una herramienta para enfrentar las desigualdades»
“Quizás convenga recordar que detrás de cada palabra hay una historia, como detrás de cada historia hay una batalla por fijar o hacer mudar las palabras”, escribió el filósofo y activista español Paul B. Preciado. Detrás de las palabras travesti, trans, género, diversidad e igualdad hay una historia en la Argentina, y la salteña Alba Rueda tiene mucho que ver con ella.
Activista trans y Representante Especial de Argentina sobre Orientación Sexual e Identidad de Género de la Cancillería, Rueda acaba de ser seleccionada por la revista estadounidense Time como uno de los 100 líderes emergentes a nivel global por “sus extraordinarios esfuerzos para dar forma a nuestro mundo y definir nuestro futuro”.
Y es sobre el mundo y el futuro, sobre el reconocimiento de los derechos de las personas LGBTIQ+ y sobre las políticas públicas, pero también sobre las amenazas que se ciernen ante el avance de la ultraderecha en Europa y América Latina, que Alba Rueda habló con Télam, todavía sorprendida por su inclusión en la lista Time100 Next.
“Creo que es un reconocimiento al recorrido del activismo trans en la Argentina. Yo no estoy ahí solo por ser trans ni solo por ser funcionaria sino por abogar por una perspectiva de género y diversidad en un mundo atravesado por las desigualdades”, asegura quien también se desempeñó como subsecretaria de Políticas de Diversidad del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad.
Rueda, que el año pasado fue considerada por la BBC como una de las 100 mujeres más influyentes e inspiradoras del mundo, cree que el reconocimiento internacional también tiene que ver con “poner en valor a un país como el nuestro, que adopta criterios de respeto a los derechos humanos y ubica los ejes del activismo travesti-trans como parte de su política pública”.
-Alba, la revista estadounidense Time te elegió como una de las 100 líderes emergentes del futuro, ¿qué alcances tiene este reconocimiento?
-Creo que es un reconocimiento al recorrido del activismo trans en la Argentina. La mención de la revista Time no es solo a una persona trans sino a una persona trans que trabaja generando políticas públicas para romper las desigualdades en torno a las personas LGBTIQ+. Destaco esto porque desde hace varios años se reconoce a la perspectiva de género como uno de los indicadores de la calidad democrática. Yo no estoy ahí solo por ser trans ni sólo por ser funcionaria sino por abogar por una perspectiva de género y diversidad en un mundo atravesado por las desigualdades.
-El reconocimiento internacional que tiene la Argentina en materia de género y diversidad, ¿da cuenta del recorrido histórico que tiene la lucha por los derechos humanos en nuestro país?
-La Argentina tiene una historia respecto a los derechos humanos. El compromiso con los derechos humanos, con la lucha de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, y ampliando esa agenda, con derechos fundamentales para el sistema democrático, como la ley de Matrimonio Igualitario y la ley de Identidad de Género. No se trata sólo del reconocimiento liberal de los derechos sino de una plataforma de derechos humanos comprometida y que inscribe esos derechos en la historia social y política de nuestro país.
-La lucha por la ampliación de derechos tiene un capítulo global cada vez más importante. ¿Hay peligro de retroceso a la luz del avance conservador en algunos países de América Latina y Europa?
-La concertación global va a contrapelo del reconocimiento de derechos en muchos sentidos. No es casual el avance de la extrema derecha en los países europeos ni la validación de voces que ponen en cuestión no sólo la ampliación de derechos sino también al sistema democrático. Todo esto tiene eco en nuestro país y habla también del avance de la extrema derecha local. Desde estos sectores se ataca a las personas LGBTIQ+ y particularmente a las personas travestis y trans. El mes pasado se realizó en la Argentina la Conferencia Global por los Derechos LGBTIQ+, de la que participaron 42 países y 150 organizaciones, donde se expresó una gran preocupación por los avances de las agendas de la extrema derecha, que se expresa en el movimiento anti-trans y anti-género.
-¿Qué características asume ese movimiento anti-trans y anti-género?
-Son movimientos que en muchos países tienen insersión dentro del Estado y que incluyen fundamentalismos religiosos, partidos de extrama derecha y expresiones de la sociedad civil que son trans-excluyentes. Son movimientos que atacan lo que ellos llaman “ideología de género” y a las personas trans. Sostienen que hay un grupo de mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binarias que somos parte de un tipo de ideología que intenta romper los “conceptos fundamentales” de la sociedad, como la familia, los valores tradicionales, el concepto de mujer biológica, etc. Son movimientos que se meten con los sectores más vulnerados, recreando la figura de “enemigo interno”. De todo este panorama también da cuenta la revista Time al poner en valor a un país como el nuestro, que adopta criterios de respeto a los derechos humanos y ubica los ejes del activismo travesti-trans como parte de su política pública.
-¿Estos ataques a la perspectiva de género vienen a naturalizar la desigualdad?
-Hay profundas desigualdades económicas, sociales, culturales y políticas que resultan el punto de partida de la situación LGBTIQ+. Hay una historia y tradición de sociedades conservadoras, binarias, heterosexistas, que registramos en la desigualdad concreta que vivimos las personas LGBTIQ+ en el mundo. El proceso de deshumanización, precarización y exclusión de las condiciones de vida, se actualiza en los últimos años el movimiento anti-trans y anti-género. Es imprescindible que cada vez haya más voces comprometidas con los derechos LGBTIQ+.
Fuente consultada: Télam